Un estante de libros vacío, en su oficina casi frente al Palacio de La Moneda, refleja que Gonzalo Durán (Santiago, 57 años), ha sido nombrado, recientemente, por el mandatario Gabriel Boric como delegado presidencial de la Región Metropolitana de Santiago, donde una de sus principales tareas es la coordinación de la seguridad pública, bajo el ministerio del Interior. Su aterrizaje en el puesto, el 1 de julio, ha sido forzoso, pues la zona que tiene a cargo es, precisamente, donde se ha producido la ola de crímenes que ha desnudado la crisis de seguridad que vive Chile, con 16 homicidios en menos de una semana, entre ellos dos asesinatos múltiples, en los municipios de Quilicura y Lampa, que dejaron nueve muertos. Los crímenes han impactado al país, pues entre las víctimas hay cuatro adolescentes, entre 13 y 17 años, que fueron acribillados mientras celebraban un cumpleaños la madrugada del domingo en una plaza: recibieron más de 40 disparos desde un automóvil, que luego la policía encontró incendiado.
La seguidilla de asesinatos ha empujado al Gobierno de izquierdas a impulsar una serie de medidas, entre ellas el anuncio de Boric, este jueves, de la construcción de una cárcel de máxima seguridad especial para líderes de bandas de crimen organizado, además de suspender, ante la emergencia, su viaje a Francia a la inauguración de los Juegos Olímpicos. También, la creación de una ‘fuerza de tarea’ en la que participará la cartera de Interior, Carabineros, la Policía de Investigaciones (PDI), el Ministerio Público, la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) y Gendarmería, el servicio de prisiones. La coordinación ha quedado en manos de Gonzalo Durán.
Militante del Frente Amplio, la coalición política de Boric, Durán ha sido alcalde por tres periodos del municipio de Independencia, cargo al que renunció para asumir la delegación presidencial hace 19 días. En esta entrevista con EL PAÍS, concedida después de una ajetreada mañana de anuncios en La Moneda, aborda la crisis de seguridad en la Región Metropolitana, una zona de la que Boric dijo, tras los homicidios múltiples en Lampa y Quilicura, que “existe un problema grave”.
Pregunta. ¿Cómo han sido sus dos primeras semanas en el cargo? Asumió y vino una ola de homicidios.
Respuesta. Han sido bien intensas. Apenas asumimos las tareas fueron con foco en seguridad, porque es la más importante, pero es una de las funciones de la delegación presidencial, además de emergencias, y la coordinación de los servicios públicos regionales.
P. ¿Qué pasó en los primeros días en el puesto?
R. El mismo día que asumí se produjo un homicidio en la Vega Central, que es un espacio emblemático de la ciudad, el principal centro de abastecimiento, en el casco histórico y, además, próximo a la comunidad de Independencia, de la que era alcalde. En los días posteriores vino un operativo, en cinco puntos de la ciudad, entre ellos Villa Francia [donde se encontraron armas y explosivos], lo que tenía una connotación muy importante desde el punto de vista simbólico y político [sus pobladores fueron conocidos por su resistencia a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990)].
P. Y luego hubo 16 homicidios, entre ellos, dos múltiples. ¿Qué reflejan estos crímenes?
R. Varias cosas. Desde hace algunos años ha habido un incremento progresivo, sistemático, del crimen organizado, y el Estado de Chile no había desarrollado todas las capacidades adecuadas para enfrentar un fenómeno de esta naturaleza. Tanto así que, en los últimos dos años, se ha hecho una actualización legislativa muy importante para enfrentar este fenómeno, entre ellas la ley contra el crimen organizado y la ley contra el narcotráfico. A nivel global, con foco en América Latina, y eso incluye a Chile, en el marco de la pandemia hubo una reorganización del crimen organizado, tanto desde el punto de vista de la circulación, disposición de los mecanismos para el tráfico de drogas, como por la proliferación de las armas de fuego. Y el elemento más visible de la situación actual es el incremento del uso de armas de fuego en los delitos de mayor connotación social y, por supuesto, hubo un alza importante de la tasa de homicidios a nivel nacional, pero, como lo contaba el presidente hoy día [jueves], se ha logrado ir reduciendo.
P. La tasa de homicidios bajó en 2023, pero en seis años subió subió de 3,6 a casi 7 puntos.
R. En 2023 se logró un punto de inflexión en esta alza que venía sostenida, y reducirla en regiones. Pero con un nivel de conmoción muy importante en el caso de la Región Metropolitana, en la que las cifras se mantienen estables, pero ocurren fenómenos como los de este fin de semana en que la dimensión que adquiere el hecho, de que sea en un mismo acto varios homicidios o, como en el caso de Quilicura, que incluya menores de edad, obviamente que tiene especial gravedad.
P. ¿Está desatado el crimen organizado?¿Qué refleja la situación actual?
R. Primero, que hay un incremento muy importante de armas de fuego, y el crimen organizado está íntimamente relacionado. Hay una triada: drogas, bandas organizadas y armas. Y esto, obviamente, tiene un impacto en disputas entre las bandas de ajustes de cuenta y, por tanto, de homicidios relacionados con el fenómeno del crimen organizado.
P. Le pregunto de nuevo, ¿está desatado el crimen organizado?
R. Yo creo que, más que decir que está desatado, el crimen organizado es el principal fenómeno de seguridad al cual estamos abocados. Porque tiene un nivel de violencia, de utilización de armas de fuego y de capacidad organizacional que requiere todos los esfuerzos de todos los órganos del Estado para enfrentarlo, a diferencia del delito común. Y, además, hay que considerar que muchos de los delitos más graves relacionados con el crimen organizado tienen un componente, entre comillas, de ‘importación’. Es decir, hay fenómenos delictuales nuevos, y de mayor peligrosidad derivados también de la irrupción de nuevas expresiones, como el Tren de Aragua y Los Pulpos [una banda de origen peruano dedicada a las extorsiones de comerciantes que operaba en algunas zonas de Santiago y desarticulada este año], y otras que, de algún modo, complejizan el fenómeno.
P. ¿Cómo describe este tipo de bandas?
R. En el caso de estas bandas, aumenta el desprecio por la vida. En general, todas las disputas de estas organizaciones criminales se resuelven de manera violenta con armas de fuego. El fenómeno de Lampa se trataría, porque la investigación está en curso, de una disputa entre distintos miembros de alguna organización delictiva, que resuelven la controversia a balazos y con muerte. Eso es una impronta de muchos de estos grupos.
P. Si el año pasado fue un punto de inflexión de la irrupción de la nueva delincuencia el asesinato del carabinero Daniel Palma, ¿qué marcan los últimos 16 homicidios?
R. Primero, hay que recordar, y esto no es una frase políticamente correcta, que en estos dos años de Gobierno ha habido un esfuerzo muy serio por actualizar la capacidad del Estado para enfrentar la delincuencia del crimen organizado. Puse el ejemplo de las leyes, pero también hubo un incremento del presupuesto en seguridad, el más alto desde la recuperación de la democracia. O, por ejemplo, el reforzamiento en recursos, en capacidad logística operativa, para las policías en particular, con foco en Carabineros. Hubo que actualizar la dotación de los vehículos policiales, que estaba completamente obsoleta desde hace varios años. También, elementos tecnológicos y recursos para servicios como Aduanas, derivado de la constatación de que parte importante de las armas de fuego que circulan en manos de los grupos criminales son ingresadas por pasos irregulares.
P. Eso se sabe. Le pregunto si estos homicidios, en especial de los Lampa y Quilicura, son un punto de inflexión respecto de la instalación del crimen organizado.
R. Pero es importante decirlo. Hoy lo señalaba la ministra del Interior, Carolina Tohá, que aquí no es que partimos de cero, no es que surge ahora una preocupación, sino que hay un trabajo permanente, sistemático, que no se había hecho por parte del Estado de Chile desde hace muchos años. Ahora, evidentemente, los episodios del fin de semana son de especial gravedad, de conmoción. Y eso nos exige redoblar los esfuerzos y pensar en nuevos componentes y en el fortalecimiento para abordar el crimen organizado. Y dentro de esos componentes está, como una cuestión muy importante, y que el presidente señaló hace algunos meses, el control de armas. Y, un punto muy relevante, que ya se venía trabajando, es el incremento de los Carabineros en los territorios, con la incorporación de 784 nuevos, 500 de los cuales van a quedarse en la Región Metropolitana.
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